Hoy en día los sensores pueden encontrarse en gran número de sistemas y dispositivos electrónicos. La mayor parte de estos sensores adolecen de la capacidad de procesar y analizar los datos que detectan, limitándose a funcionar como un transductor que realiza la medición de una o más variables del entorno y envía dicha información a un procesador central. Sin embargo, los investigadores predicen la llegada de una nueva generación de sensores, dotados de inteligencia propia, capaces de organizarse a sí mismos y de interconectarse de forma inalámbrica con otros semejantes. Surgen así las llamadas redes de sensores inalámbricos (Wireless Sensor Networks, WSN), consistentes en macroredes ad-hoc formadas por multitud de sensores individuales que intercambian información entre sí sin necesidad de cables y mediante un protocolo de comunicación pre-establecido.
En los últimos años, varios laboratorios de investigación, y especialmente multinacionales como Intel, han apostado fuertemente por esta tecnología. En diversos informes se augura que este tipo de redes conllevarán una revolución tecnológica similar a la que tuvo la aparición de Internet. De hecho, DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency), institución dependiente del Departamento de Defensa estadounidense, también se ha involucrado en el desarrollo de este tipo de redes. Ya se habla de redes de vigilancia global del planeta, capaces de registrar los hábitos de la gente, realizar un seguimiento de personas y mercancías concretas, monitorizar el tráfico, etc. Aunque para ello habrá que esperar todavía unos años, sí que han surgido múltiples iniciativas y proyectos de investigación de enorme interés y aplicabilidad práctica. En este artículo describiremos algunas de estas experiencias que demuestran el potencial de esta tecnología.
No hay comentarios:
Publicar un comentario